El nacimiento de la novela infrahistórica
Cuando me preguntan por mi novela y explico de qué trata todo el mundo asume que es una novela histórica. Nada de eso. Se trata de una novela infrahistórica.
Fruska Gora es un proyecto editorial independiente que combina análisis cultural, crítica literaria y creación artística. Nace con la intención de dar a conocer el universo narrativo del Sol Muerto y ofrecer, por el camino, una lectura crítica del presente a través de la literatura, la historia y la ficción. Si te interesa, suscríbete para no perderte nada.
La vida es un cuento contado por un idiota (William Shakespeare).
Tiene sentido pensar que toda novela ambientada en el pasado es un novela histórica. Sin embargo, no es así. La novela histórica escoge un acontecimiento o una etapa histórica y lo ficciona intentando mantenerse en todo momento fiel a la realidad. El rey vampiro —y todo mi universo literario— es otra cosa.
En realidad tardé en averiguar lo que era exactamente, y he terminado por inventarme un término para definirlo. Se trataría de una novela infrahistórica. También se puede llamar novela del inframundo, o incluso —debo reconocer que este es mi favorito— infranovela.
Aunque no lo parezca, todo tiene una ¿sólida? fundamentación filosófica.
Lo importante nunca se dice y rara vez se ve
Dice Enrique Vila-Matas que en literatura lo más importante nunca se dice, pero es que en el mundo real tampoco.
El mundo se muestra ante nosotros como un teatro. Platón lo explicó mejor que yo, así que no hace falta que me extienda mucho.
Creo que con esta aseveración todo el mundo concuerda: las cosas rara vez son lo que parecen. Detrás de lo visible hay un mundo entero que nunca vemos, que raramente intuimos, y que sólo los iniciados son capaces de empezar a percibir.
Lo que vemos en la superficie —las normas, las instituciones, las narrativas oficiales— es, en gran medida, un disfraz. Una máscara que oculta lo que no queremos ver, lo que no podemos decir o incluso lo que no nos atrevemos a sentir. En El malestar en la cultura, Sigmund Freud escribió que la civilización se construye sobre la represión de nuestros instintos más profundos.
Cuando ocurre una catástrofe y aparece un político diciendo que está todo bajo control, ¿alguien se lo cree? Pues eso.
O dicho de forma pedante:
En el estudio de la estructura del conocimiento y la percepción social, resulta fundamental analizar aquellas dimensiones que operan de manera subyacente en la construcción de nuestra realidad: el conjunto de narrativas, normas y supuestos implícitos que sostienen las creencias individuales y colectivas sin ser habitualmente cuestionados.
Que los políticos, los periodistas o los empresarios mienten es algo que todo el mundo asume. Sin embargo, rara vez se dice de forma oficial. Lo que es más extraño es que, en realidad, cuando nos conviene, nos echamos a la cara cosas que han dicho esos mismos políticos, periodistas y empresarios, y terminamos, de esa manera, aceptándolos como verdades (o infraverdades, si queréis).
Estamos un poco locos, esa es la verdad (o la infraverdad).
A toda esa amalgama de cosas que nunca se dicen pero que "se saben" me gusta llamarla "Lo Infra". Así, en mayúscula.
Otra vez, volvamos a lo pedante para dejar esto solucionado:
La idea de Lo Infra sugiere que la realidad social no es un ente estático ni objetivo, sino el resultado de ficciones aceptadas y reforzadas mediante la repetición cultural. Desde una perspectiva antropológica y psicológica, la internalización de estas ficciones responde a mecanismos de socialización, sesgos cognitivos y estructuras de poder que determinan qué versiones del mundo se perciben como legítimas.
De la infrapolítica a la infrahistoria
James C. Scott acuñó hace ya tiempo el término infrapolítica, término bien conocido en el estudio de la Historia pero demasiado poco fuera de ella. Scott estudió cómo los dominados desarrollan formas de resistencia que permanecen ocultas a la mirada del poder oficial. Pero lo infra va más allá: no solo es resistencia, sino también complicidad silenciosa, consenso tácito, y sobre todo, la aceptación inconsciente de marcos de referencia que nunca elegimos.
En el terreno de la cultura, Lo Infra opera a través de lo que no se dice, lo que se da por sentado, de lo que "todo el mundo sabe" sin que nadie lo haya explicado formalmente. Son los prejuicios que creemos haber superado pero que siguen operando en nuestras decisiones, las jerarquías que negamos pero reproducimos, los deseos que reprimimos pero aún así nos condicionan.
Todo esto ya lo conocen sobradamente los historiadores y los antropólogos, aunque no utilicen (fallo suyo) el término infrahistoria (Unamuno habló de intrahistoria para referirse a algo parecido). Se trataría de fijarse, en lugar de en las batallas, coronaciones, tratados y acontecimientos memorables, en las motivaciones silenciadas, en los pensamientos que no se atrevieron a expresar, en las emociones que la época consideraba impropias o peligrosas.
De la infrahistoria a la ficción infrahistórica
Entender Lo Infra implica no solo identificar estos relatos, sino también desarrollar la capacidad de rastrear su origen, evaluar su impacto y, en última instancia, producir nuevas narrativas estratégicas que sirvan a objetivos individuales o colectivos.
La ficción, en este contexto, no es escapismo sino arqueología. Permite excavar en las capas sedimentadas de significado que conforman nuestra percepción del mundo. Una infranovela no pretende recrear fielmente una época pasada, sino desentrañar los mecanismos inconscientes que la sostuvieron, y que quizás siguen sosteniéndonos hoy.
La novela infrahistórica, por lo tanto, no busca recrear una época tal como sucedió (eso sería imposible sin una máquina del tiempo, y muy complicado con ella), sino llegar a una verdad más profunda, del tipo que no se encuentran en los tratados científicos sino en la buena poesía.
Conclusión: el teatro y la caverna
Volvamos al principio. Decía que yo nunca quise "recrear" una época histórica, y no creo que sacarle brillo y mostrar cuántos ribetes tenían los vestidos de fiesta en el siglo XVIII sea conocer, ni siquiera un poquito mejor, cómo sentía y pensaba la gente de aquella época. Lo que me interesa, de entonces y también de hoy, es lo que hay debajo, lo que sostiene todo ese edificio aparentemente sólido. Lo Infra.
Platón tenía razón con su alegoría de la caverna, pero quizás no fue suficientemente radical. No se trata solo de que tomemos las sombras por la realidad, sino de que incluso cuando salimos de la caverna seguimos llevando con nosotros los patrones mentales que nos mantenían encadenados. Lo Infra es eso: la caverna que llevamos dentro, los hilos invisibles que mueven nuestras decisiones, las ficciones que tomamos por verdades. Eso es lo que hay que conocer para entender realmente lo que pasa hoy o lo que pasó ayer.
Una infranovela, entonces, es un intento de mapear ese territorio invisible. No para escapar de él —eso sería imposible— sino para habitarlo con mayor conciencia. Porque al final, como ya intuía Freud, la civilización seguirá siendo un teatro, pero al menos podremos elegir ser actores conscientes y no marionetas.
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Pablo, este artículo fue el segundo más visto en la última edición del Diario de Substack:
https://columnas.substack.com/p/que-alternativas-a-las-ofertas-aburridas
Muy interesante el post. Lo único que si, como dices, recrear el pasado es imposible (salvo que existiera una máquina del tiempo) al final todo sería infrahistoria. No sé si en el fondo eso es lo que intentas transmitir